Informaciones, interpretaciones, comentarios y opiniones sobre la actualidad acontecida en la época de la glocalización

18 mayo 2006

Martirio y órdago

El barcelonismo tiene una nueva parada en su viaje por la historia europea. París se une a Basilea, Berna, Londres y Rotterdam como un punto memorable para el recuerdo colectivo.

Pese a presentarse como favorito, las reminiscencias católicas aparecieron (como no podía ser de otra forma). Antes del órdago, del triunfo, del disfrute, hubo sufrimiento y martirio. Dicen que así se disfruta más, que sin sufrir las victorias son menos victorias. El Barça siempre se ha tomado al pie de la letra esa frase, pocas veces se ha impuesto de forma clara en un partido a cara o cruz, y se ha impuesto de forma clara. Se ha vencido por poco, obligando a estrujar el estómago para después dejarse ir sin control.

Pero ayer, en París, este club rompió en parte su historia. Muchos, muchísimos culés daban por perdido el partido visto que la segunda parte avanzaba y las ideas no eran muchas. Además, pocas veces se había visto al tándem Puyol-Márquez tan desconcertado como ayer por culpa de un tal Henry. Ni Ronaldo, ni Shevchenko, ni Torres, ni Drogba, ni Crespo, ni nadie había conseguido provocar por sí solo tantos dolores de cabeza al sistema defensivo barcelonista.

Pasaba a algunos por la cabeza la final de Berna al ver como un trallazo de Eto'o se estrellaba en el palo. A otros se les apareció el fantasma de Sevilla, cuando un Barça favorito salió tan inerte como era capaz. Y a otros se nos pasó la final de Atenas, aquel maleficio. Otra vez en la final, otra vez a las puertas de la historia, otra vez rozando la gloria, y otra vez dándose de morros con la realidad, con los palos, con el mal arbitraje (malo malísimo), con el infortunio, con la ineficacia, con los inventos en la alineación. La historia perseguía a este equipo cuando a falta de sólo catorce minutos tres jugadores -Iniesta-Larsson-Eto'o- se inventaron una jugada de pizarra para poner la igualada. Sabíamos que si venía el primero llegarían más. Pero no sabíamos si el primero iba a entrar, algunos dirán ahora que estaban seguros, pero muchos ya se preguntaban para qué habían puesto cava en la nevera.

Y llegó el segundo, con dos protagonistas inesperados: un caballero sueco, en su últimos minutos en el club, decidió que debía poner el sello Larsson en su último partido, y se inventó otra asistencia, la segunda, que valió el segundo gol. Allí apareció uno de los peones del equipo, Belleti, siguiendo el símil del ajedrez, se había convertido en torre y había corrido todo su carril para rematar con más fuerza que convicción, un chute que acabaría convirtiéndose en su primer gol en el Barça y en el más importante de toda su vida. 2 a 1, y sólo faltaban nueve minutos. El gol de Belleti simboliza el triunfo de la clase obrera en el fútbol. La victoria de esos jugadores de segunda o tercera fila que no acaparan portadas, que no hacen anuncios, que no son miembros de la UNICEF o algo por el estilo y que no son mediáticos, pero que tienen derecho a sus quince minutos de gloria. Pocos peones habrán tenido tanta gloria como la que vivió este discutido brasileño ayer, que ni se creía lo que había logrado. Sin darse cuenta, Belleti se convirtió en el nuevo Koeman. Ayer pedía nuevos cromos para la historia del club. Los tenemos. Y Belleti es una parte vital de la colección.

Y a todo esto el F.C.Barcelona consiguió su segunda copa de Europa. No nos engañemos. Siguen siendo pocas para un més que un club con la historia, palmarés, socios, estadio, presupuesto, jugadores y simbolismo del Barça. Pero con la de ayer, atrapamos a equipos cuyo nombre nadie discute como clásicos del fútbol europeo: Ínter de Milán, Juventus de Turín o Manchester United o Benfica. Siguen quedando lejos los grandes: Bayer de Munic, Liverpool, Milán, Ajax, y el innombrable. Pero se abre la ilusión (algunos lo dan por hecho, como si el fútbol fuese tan fácil o no pudiese cambiar de un año para otro) de que este equipo dirigido por Rijkaard pueda abrir una nueva era en el fútbol europeo. Nadie puede exigir que se lleven la Champions cada año. De hecho, desde el Milán de Arrigo Sacchi, con Van Basten, Gullit y Rijkaard, ningún ganador ha podido repetir cetro al año siguiente.

Pese a ello, hay tres aspectos para sacar pecho, y que pocas veces se recuerdan, en los que este més que un club es un referente inigualable:
· El F.C.Barcelona es el equipo que más partidos ha ganado en competición europea, 220.
· Es el único que ha participado en todas las ediciones de la competiciones de ámbito europeo desde su inicio.
· Y, finalmente, es el único que ha ganado todos los títulos europeos. Y lo será para siempre, ya que la Recopa de Europa ya no existe.

Ahora a celebrarlo y que nadie cometa los errores de otras veces. Que nadie quite valor a las victorias que vengan por el sólo hecho de estar más o menos acostumbrados. Que nadie diga que ganar sólo la Liga es un fracaso, que nadie crea que hay que hacer pleno año tras año. Ahora que se ha roto el tan famoso patiment culé, que nadie ponga trabas al cercle virtuós.


PD: no quiero hablar mucho del lumpen que, celebración tras celebración y título tras título, aprovecha la multitud de gente para realizar actos vandálicos, o simplemente delictivos. No tiene nada que ver con tal o cual club, ni siquiera con el deporte. Están en cualquier concentración multitudinaria y se aprovechan de ella y del anonimato que les aporta.
Pero tampoco hay que simplificar y mirar para otro lado, diciendo que son 200 y sólo en Barcelona. Hay más que 200 vándalos y están en muchos lugares. Ayer en Sabadell, se quemaron un par de contenedores, se reventaron más de una y de dos botellas de cristal en una zona por la que pasaba gente descalza, etc. El fútbol y todo lo que le rodea debe tener la suficiente seguridad como para que puedan acudir familias enteras a cualquier actividad. En el momento en que alguien debe de dejar de ir a tal sitio porque teme por su seguridad, hay que actuar. Y ese momento llegó. Que no manchen más el nombre del club.
Por otro lado, es de destacar para bien que las celebraciones de títulos se conviertan en plurinacionales, con africanos, magrebíes, asiáticos, etc. disfrutando de estas victorias. El fútbol debe jugar un papel en la integración de la diversidad, y está bien que esto se vea en la calle.