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05 junio 2006

El entorno de un míting

Los mitings políticos son mucho más suculentos de lo que parecen. Sobre todo si uno se fija más en su atmósfera que en los mensajes.

El pasado sábado el PSC hizo un míting en Cerdanyola al que acudieron varios pesos pesados: por un lado, el número dos del PSOE, José Blanco, y por otro el primer secretario del PSC y favorito para encabezar la candidatura socialista a la Generalitat después de la probable jubilación forzosa de Maragall, José Montilla. Estaba presente también parte del poder municipal socialista que domina el Vallès, con los alcaldes de Sabadell, Barberà, Palau-Solità i Plegamans, Barberà del Vallés, Montcada i Reixac, Ripollet, etc.

Los mítings ya no se hacen como antaño para convencer a los ciudadanos que asistían a él para informarse. Ahora los partidos sólo buscan los veinte segundos de televisión. El público del míting está formado por militantes esparcidos de forma organizada y que son autómatas: aplauden cuando deben, chillan las proclamas que deben chillar y se mueven cuando deben moverse. El verdadero receptor de los mítings es el espectador de televisión.

Para el acto del sábado, la Agrupación local socialista fletó varios autocares gratuitos que enlazaban Cerdanyola con el campus de la UAB, donde se realizó el acto. Un mínimo de cinco autocares, de los grandes, pero los pasajeros hubieran cabido en un microbús. El autocar con más pasajeros quizás llevaba una docena, lo demás: aire y butacas vacías. Aunque nunca está mal decir que se han fletado cinco autocares, da sensación de tener capacidad de movilización.

Se convoca a la prensa a las 6 de la tarde, para llegar tarde, como de costumbre (y eso que no estuvo Maragall; sus retrasos son antológicos). Pero las vacas sagradas están en el hotel bastante antes. Sólo así se entiende que todos los alcaldes que llegan suban a una habitación en lugar esperar en la sala donde se hará el míting.

A dentro, se prepara la puesta en escena. Se vigila que la música esté al nivel adecuado, que las luces funcionen correctamente y se reparten camisetas con un gran SÍ (al Estatut) para las personas que se sentarán detrás de los que hablen en el míting. Son los que se ven después por la televisión aplaudiendo y ondeando banderitas. Poner varias filas de gente en los mitings para salir por la televisión y dar sensación de que hay mucho público ha sido una de las grandes aportaciones del Partido Popular al márketing político español. Una estrategia importada de Estados Unidos. Hace diez años ver un míting con público a la espalda del orador era una entelequia.

Estas personas se ponen las camisetas del SÍ encima de las que llevaban y se sientan a esperar. En su mayoría son miembros del partido, jóvenes, bien plantados y bien arreglados. Algunos con cargos públicos. Dos jóvenes concejales de Sabadell hacen de palmeros a los líderes de su partido. No muy lejos un familiar directo del alcalde también tenía su camiseta y su banderita preparada. Evidentemente, estas personas saben que cuanto más aplaudan, ondeen las banderas y más y mejor se muevan, más probabilidades hay de que ese trocito de míting salga por la tele (lo único que importa).

De hecho, a veces, parece que aplaudan cuando interesa destacar un trozo de discurso, cuando al partido ya le va bien que se potencie esa frase, ese ataque al rival. Se coloca así ese pedacito de míting en bandeja a la televisión (en bandeja es: una declaración corta, a ser posible incisiva o donde se ataque a otro partido y rematada con aplausos y vítores; si eso se cumple, hay opciones grandes de salir por la tele). Y en realidad, ¿no será así?

En cambio, las personas que se sentarán en frente de los que hagan el míting ya no son tan jóvenes ni tan bien plantadas. La mayoría són, como se dice ahora, gent gran, y son los que llenan cualquier acto político que se precie, siempre y cuando haya dos condiciones: que sea gratis y que se regale algo (si es comestible, mejor que mejor). Ellos no saldrán por la tele, aunque son la inmensa mayoría de los que acuden (tampoco multitudinario: en total unas 500 personas).

Volvemos a la puerta del hotel. Redactores, cámaras y fotógrafos continúan esperando y ya pasan veinte, veinticinco, treinta minutos de la hora. ¿Qué pasaría si en un ataque de orgullo se fueran y dejaran a los políticos sin cobertura mediática como protesta por sus reiterados retrasos? Seguramente, se suspendería el acto. Curiosamente, los cuatro jinetes socialistas aparecen desde dentro del hotel. Encabezan la comitiva Blanco, Montilla, el alcalde de Sabadell y el candidato a la alcaldía de Cerdanyola. Al poco se añade, el número dos del PSC, Miquel Iceta. Salen a la calle por la puerta principal del hotel y avanzan en línea. Se accionan las cámaras y a los pocos segundos, los políticos se paran ya dentro del hotel a charlar distendidamente entre ellos de algún tema (habitualmente fútbol, la familia, el tiempo, etc.) para ser fotografiados con calma.

Entonces fotógrafos y cámaras empiezan a correr escaleras arriba para coger la entrada triunfal de las vacas sagradas al salón del discurso. Y llega el gran momento: melodía del partido a toda pastilla (al mando de la coordinación de todo el acto: el hermano del alcalde de Sabadell), juegos de luces y paseíllo de las estrellas a la vez que chocan manos, reparten abrazos y regalan besos.

El míting:
· Blanco: 24 minutos de ataques al PP por todo (Estatut, alto el fuego de ETA, divorcio, bodas gays, Iraq, debate estado de la nación...), pocos comentarios sobre el Estatuto, sólo una mención a Esquerra y ni una sola mención a Maragall (¡huele tanto a cadáver político!). Un verdadero pim-pam-pum continuo al PP aderezado de aplausos siempre intencionados, y una verdadero portento para ofrecer declaraciones para televisión, pese a que su vocabulario y su gramática es de niño de diez años.
· Montilla: discurso leído, mal leído, del principio al final. Su tono es tan poco apasionado que sólo levanta los aplausos una sola vez. Las teles lo tienen más difícil. Deberán seleccionar por el contenido de lo que dice y no por su formato.

Acaba el míting. Vuelven las luces, vuelven los focos, atrona la música, salen los líderes y a continuación la paz de los cementerios. Los líderes ya están bajando por las escaleras. Los jóvenes se quitan sus camisetas del SÍ y los mayores hacen cola para bajar. La prensa empieza a trabajar, las radios a seleccionar lo que se ha dicho y las teles recogen el material. En un minuto se ha pasado de un espectáculo de luz y color a un silencio supulcral.

Como metáfora quedan las camisetas usadas por los jóvenes del PSC con su gran SÍ. Se las han quitado y las han dejado tiradas en las banquetas. De ello se pueden sacar dos conclusiones:
· o el PSC tiene poco presupuesto para la campaña y deben ir reciclando las camisetas para los diferentes actos; o
· el interés que despierta el Estatut es tan poco que ni los propios socialistas se quieren quedar una camiseta con un gran SÍ. No debe ser muy apasionante un texto que después de una hora de míting ha sido poco nombrado y nada explicado. Sólo un inciso de Montilla afirmando que el Estatuto recalca el derecho de los jóvenes a la emancipación y insta a las administraciones a actuar para facilitarla. O eso, o que ya dan el Estatut por aprobado de antemano y prefieren pasarse la campaña despellejando al PP. Pero trista al fin y al cabo, al ser un referéndum sobre la norma básica que debe regir en Catalunya durante muchos años.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante relato de los entresijos de un mitin. Es cierto que en este tipo de espectáculos se dicen pocas cosas que realmente interesen (con la excepción de Zapatero con la tregua en Euskadi). Todo este despliegue mediático para dar legitimidad esos veinte segundos de televisión. Más aún desde que el PP, hace ya uso cuantos años, se encargase de grabar todas las imágenes de los actos y tras el paso de su realización se dejaba pinchar a los medios su señal. Innovación que pronto incorporaron el resto de partidos para evitar que las cámaras captasen un mal gesto o un paso cambiado.

Pero es necesario todo este despliegue porque los aplausos de lata (como las risas enlatadas de las series) suenan muy mal. Por ello no se contrata directamente a unos publicitas para realizar un spot bien editado. Se llena un pabellón de militantes de no se sabe que pueblos a los que se enseña la ciudad y a los que se promete un apretón de manos del Zapatero, Rajoy o Encarnita Polo si procede. En realidad no se trata de buscar militantes sino público de ese que se emociona en los programas de Morenos cuando las modelos desfilan en ropa interior.

Muy interesante entrada.

12:44 a. m.

 
Blogger Jac82 said...

Gracias Ottinger por tu comentario.

En mi opinión, que expreso desde el punto de vista periodístico, el problema está en que en estos actos se presenta a los espectadores de televisión un producto que no es más que propaganda política disfrazada de información.

En este sentido, los medios sólo tienen como función ser altavoz de lo que dice una determinada formación.

Todo coge mayor gravedad en el momento en que, como dices, la señal televisiva se capta directamente de la señal del partido (no es el caso del míting que comento, pero es un hecho repetido largamente)y además no se permiten preguntas a la prensa ni a la entrada ni a la salida del acto.

Aunque, para no faltar a la verdad, hay que reconocer que hoy en día los medios están más preocupados de llenar rápidamente con imágenes y cortes de voz su minuto y medio que no en la calidad de la pieza informativa. En periodismo, la cantidad ha vencido a la calidad, y de eso se aprovechan todos los que pueden (evidentemente, los partidos políticos se han dado cuenta pronto y exprimen como el que más la precariedad laboral y la forma de trabajar de hoy en día para vender sus productos)

Reitero mi agradecimiento por tu comentario y te invito a seguir opinando en futuras ocasiones.

1:45 p. m.

 

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